El kéfir es una bebida espesa elaborada mediante la fermentación de la leche con nódulos de kéfir y compuesta por bacterias lácticas, levaduras y polisacáridos. Los nódulos fermentan la leche, infundiéndole organismos saludables. Estos tipos de bacterias saludables o probióticos no están disponibles en el yogur. Ayudan a mantener el sistema digestivo y evitan el crecimiento de bacterias dañinas en los intestinos. Las vitaminas, como la K y la B-12 se producen en el intestino, y los probióticos del kéfir facilitan esta producción.
Además, el kéfir es un probiótico más potente que el yogur. En algunos casos, el kéfir incluye hasta 3 veces más microorganismos que otras bebidas probióticas. Las cifras son aún más altas con el kéfir fermentado en casa. La razón radica en el proceso de pasteurización, en el que se matan muchos microorganismos buenos para conservar la bebida y evitar que siga fermentando, lo que podría hacer que el envase explotara (se produce algo de gas en el proceso).
Kéfir - bebida láctea fermentada originaria de las montañas del Cáucaso.
El kéfir también incluye algunas bacterias muy singulares, que se cree que previenen las infecciones. Entre ellas está el probiótico Lactobacillus kefiri, que es exclusivo del kéfir. Los estudios demuestran que este probiótico puede inhibir el crecimiento de varias bacterias nocivas, como la Salmonella, el Helicobacter Pylori y la E. coli (2, 3). El kefiran, un tipo de carbohidrato presente en el kéfir, también tiene propiedades antibacterianas (4).
Por último, algunos investigadores creen que el kéfir podría ayudar a prevenir el cáncer. Se cree que los probióticos de los productos lácteos fermentados inhiben el crecimiento de los tumores al reducir la formación de compuestos cancerígenos, así como al estimular el sistema inmunitario (5).