¡Llegó el verano! Días largos, sol radiante y vacaciones a la vista. A todos nos encanta disfrutar del buen tiempo, pero... ¿qué pasa con nuestros queridos proyectos de fermentación? Esta guía te desvela todos los secretos para mantener tus fermentos seguros y deliciosos durante toda la temporada.
El calor: un desafío para tu kéfir de leche y de agua
Aunque el calor puede acelerar la fermentación, también puede provocar una sobrefermentación que deje tu kéfir demasiado ácido o con sabores extraños. Esto ocurre porque las altas temperaturas alteran el delicado equilibrio entre las bacterias y levaduras beneficiosas del kéfir. Además, el ambiente cálido y húmedo es un caldo de cultivo para el moho, así que asegúrate de que tus fermentos estén bien tapados y limpios para protegerlos durante los meses de más calor.

- El rango de temperatura óptimo para los gránulos de kéfir de agua: 20-25 °C.
- El rango de temperatura óptimo para los nódulos de kéfir de leche: 22-24 °C.
¿Demasiado calor para el queso de kéfir?
El calor acelera el proceso, lo que a primera vista parece una ventaja, pero puede hacer que el queso adquiera una textura granulada o se separe en lugar de quedar suave y cremoso. Por si fuera poco, las temperaturas elevadas pueden potenciar sabores más fuertes que quizá no te gusten. Además, tu queso de kéfir podría estropearse antes, ¡así que asegúrate de conservarlo con especial cuidado durante estos meses!
El rango de temperatura óptimo para el queso de kéfir: 22-24 °C.
Kombucha, ¿la bebida del verano? Solo si la controlas
En entornos cálidos, la kombucha fermenta más rápido, volviéndose demasiado ácida. El calor también favorece el crecimiento de las levaduras, por lo que podrías acabar con una bebida más alcohólica y llena de hilos flotantes (levadura) en lugar de tu refresco favorito. ¡Mantén tu kombucha fresca y vigila el SCOBY para conseguir un fermento de verano delicioso!
El rango de temperatura óptimo para la kombucha: 22-27 °C.

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Las frutas y verduras tampoco se libran del calor
Tanto las verduras como las frutas fermentan más rápido con el calor, lo que puede ser una buena noticia para los más impacientes. Sin embargo, esta rapidez puede traer cambios no deseados. Las verduras pueden volverse blandas o viscosas, mientras que las frutas podrían resultar excesivamente dulces o alcohólicas. El calor también puede alterar el delicado equilibrio de sabores, creando aromas muy intensos en las verduras o fomentando el crecimiento de moho y levaduras indeseadas en las frutas. Y lo más importante: una fermentación descontrolada a altas temperaturas aumenta el riesgo de proliferación de bacterias dañinas. ¡Mantener tus fermentos frescos es crucial para que sean seguros y deliciosos!
El rango de temperatura óptimo para frutas y verduras: 21-22 °C.

¿Quién hornea pan de masa madre en verano?
A pesar del calor que genera el horno, ¿te niegas a renunciar a tu pan de masa madre recién hecho? Las altas temperaturas pueden complicar la preparación de la masa. El calor acelera la actividad de la levadura, haciendo que la masa suba demasiado rápido. Esto puede provocar que el pan se hunda, que la miga quede densa y con poco aire, y que no haya tiempo suficiente para que se desarrollen los sabores complejos. Podrías echar de menos ese toque ácido tan característico de la masa madre.
La temperatura óptima para la fermentación de la masa madre: 21-27 °C.

¿Cuándo puede ser el calor nuestro aliado?
- Las temperaturas más altas pueden acelerar el proceso en la fermentación láctica. Por ejemplo, el chucrut y el kimchi pueden fermentar más rápido, produciendo antes el ácido láctico que conserva el alimento y desarrolla su característico sabor ácido.
- Al activar una masa madre desde cero, las temperaturas más cálidas (en torno a 24-27 °C) pueden ayudar a fomentar el crecimiento de levaduras salvajes y bacterias beneficiosas, acelerando el proceso.
- El tempeh requiere un ambiente cálido (30-32 °C) para que el moho Rhizopus crezca y fermente la soja correctamente. Este rango de temperatura es esencial para una fermentación exitosa.
- La fermentación del yogur suele producirse a temperaturas más altas (alrededor de 43 °C). Este entorno es ideal para el crecimiento de los cultivos del yogur, lo que da como resultado la textura y el sabor ácido adecuados.
Sin embargo, cuando nos acercamos a los 30 °C, también es importante preguntarnos si este es un entorno en el que podemos vivir con calidad. Si está separado de nuestra vivienda, aún puede ser posible. Volvemos así a la conclusión principal de este artículo: la fermentación requiere una temperatura controlada y debemos esforzarnos por conseguirla.
Consejos prácticos para mantener la temperatura a raya:
- Vigila de cerca: usa termómetros en los fermentadores siempre que sea posible.
- Busca el lugar más fresco: fermenta en armarios, habitaciones o cámaras separadas, donde esté oscuro y el lugar no se caliente.
- Usa accesorios: utiliza esterillas calefactoras o fundas de refrigeración para un control preciso.
- La nevera es tu mejor amiga: realiza la segunda fermentación y guarda los fermentos de forma segura en la nevera. En algunos casos, también puedes hacer la primera fermentación en frío.

En resumen, aunque las altas temperaturas presentan desafíos, también pueden ser una ventaja para procesos o etapas específicas de la fermentación. ¡Conocer y facilitar la temperatura perfecta para cada fermento te ayudará a usar el calor del verano a tu favor y a disfrutar de creaciones deliciosas durante toda la temporada!