Has vuelto de vacaciones y tus cultivos te han esperado pacientemente para volver a la acción. Si seguiste nuestros consejos para mantenerlos a salvo durante tu ausencia, seguro que estás deseando ponerte manos a la obra.
En esta guía detallada, te damos las claves específicas para cada tipo de fermento, asegurando que no solo sobrevivan, sino que vuelvan a estar más activos que nunca tras tu regreso.
1. Nódulos de kéfir de leche

Los nódulos de kéfir de leche son muy resistentes y se adaptan con facilidad, pero necesitan ciertos cuidados después de un periodo de inactividad en la nevera. Asegúrate de seguir estos consejos:
- Transición suave: Sácalos de la nevera y déjalos unas horas a temperatura ambiente.
- Primera alimentación: Pon los nódulos en un tarro limpio y añade una pequeña cantidad de leche a temperatura ambiente, lo justo para cubrirlos.
- Fermentación: Deja que los nódulos fermenten a temperatura ambiente entre 12 y 24 horas. Durante este tiempo, observa si hay cambios en la textura, el sabor y el olor. Si no espesa o no adquiere un sabor ácido en ese plazo, déjalo otras 12-24 horas. Después, cuela los nódulos y desecha la leche fermentada.
- Aumenta la cantidad: Durante los días siguientes, incrementa la cantidad de leche en cada tanda hasta alcanzar el volumen deseado. Por ejemplo, en la segunda tanda duplica la cantidad, en la tercera añade un 50 % más, y así sucesivamente.
El tiempo de reactivación dependerá de los nódulos; si han estado inactivos durante mucho tiempo, tardarán más en despertarse.
2. Gránulos de kéfir de agua

Suelen tardar un poco más en activarse que los nódulos de kéfir de leche, pero la espera merece la pena: te recompensarán con bebidas increíblemente refrescantes.
- Transición suave: Al igual que los nódulos de kéfir de leche, los gránulos de kéfir de agua también necesitan adaptarse a la temperatura ambiente.
- Agua azucarada: Disuelve azúcar en agua en una proporción de 1:20 (unos 5 g de azúcar por cada 100 ml de agua). Prepara suficiente mezcla para cubrir por completo los gránulos y un poco más (uno o dos dedos por encima).
- Fermentación: Espera entre 24 y 48 horas para que comience la fermentación. Fíjate en las señales de actividad: burbujas, agua menos dulce y un olor ácido característico.
- Aumenta el volumen: Tras una primera fermentación exitosa, aumenta gradualmente el volumen de agua azucarada hasta alcanzar la cantidad deseada.
3. El SCOBY de tu kombucha

Si crees que a un cultivo de kombucha no le puede pasar nada, te equivocas. Los periodos largos sin alimento también pueden dañar a ciertos microorganismos del SCOBY.
- Prepara el té: Haz el té negro o verde azucarado que usas normalmente para tu kombucha.
- Preparación para la fermentación: Si normalmente usas un 10 % de kombucha madre para empezar tu lote, esta vez utiliza un 20 %. Es decir, si tienes 200 ml de kombucha madre con el SCOBY, puedes añadirle 800 ml de té dulce.
- Fermenta: El té debería fermentar en unos 7-10 días. El líquido se volverá más ácido y turbio.
Busca el equilibrio perfecto entre el sabor dulce y el ácido. El siguiente lote ya podrás prepararlo como de costumbre, con menos kombucha madre o un tiempo de fermentación más corto.
4. Masa madre: más fuerte que nunca

Este cultivo es probablemente el más robusto de todos y puede soportar los periodos de inactividad más largos. Aun así, hay algunas cosas que debes tener en cuenta al reactivarlo.
- Primera alimentación: Antes de alimentarla por primera vez, asegúrate de que la masa madre está a temperatura ambiente. Después, añade la misma cantidad de agua y de harina que el peso de tu masa. Por ejemplo, si guardaste 50 g de masa madre, aliméntala con 50 g de agua y 50 g de harina, y mezcla bien.
- Fermentación: Déjala fermentar a temperatura ambiente entre 12 y 24 horas o hasta que doble su tamaño. Si no ves muchas burbujas o no crece rápido, puedes repetir este proceso una vez más antes de hornear.
El crecimiento y las burbujas son las señales más claras de que tu masa madre está activa. Si las detectas en varias alimentaciones seguidas, tendrás una masa madre fuerte y lista para ayudarte a hornear panes deliciosos.
Cada cultivo, ya sean nódulos de kéfir de leche, gránulos de kéfir de agua, un SCOBY de kombucha o tu masa madre, necesita un cuidado específico y una reintroducción gradual a su rutina. Con un poco de mimo, volverás a disfrutar muy pronto de tus deliciosas creaciones caseras, llenas de probióticos.